ARTÍCULO ORIGINAL
Tratamiento quirúrgico de las fracturas por estallamiento de columna toracolumbar
Surgical treatment of thoracolumbar spine fractures
Traitement chirurgical des fractures-éclatement du rachis thoracolombaire
Horacio Tabares Neyra,I Juan Díaz Quesada,II Esteban Roig Fabre,II Horacio Tabares Sáez,III Laura Tabares SáezIII
ICentro
de Investigaciones en Longevidad, Envejecimiento y Salud. La Habana, Cuba.
IIHospital
General Docente "Calixto García". La Habana, Cuba.
IIIFacultad
"Calixto García". La Habana, Cuba.
RESUMEN
Introducción:
las fracturas vertebrales constituyen un grave problema de salud, la zona toracolumbar
constituye la localización más frecuente. El tratamiento quirúrgico,
en fracturas por estallamiento, parece el de mejores resultados pero presenta
la disyuntiva de si a todos los pacientes se les debe realizar fusión.
Objetivo: mostrar los resultados obtenidos a los dos años con el
tratamiento quirúrgico de las fracturas por estallamiento de columna toracolumbar,
en los servicios de Ortopedia y Neurocirugía del Hospital "Calixto García"
entre enero de 2011 y julio de 2013.
Método: estudio descriptivo prospectivo en pacientes con diagnóstico
de fracturas toracolumbares por estallamiento tratados quirúrgicamente,
asociando en algunos a la fijación, la fusión. Las variables estudiadas:
edad, sexo, mecanismo causal, localización, tipo de fractura, deformidad
cifótica y altura del cuerpo vertebral. El índice de Oswestry y la
Escala Visual Analógica del dolor, medidos antes y dos años después
de la intervención, fueron los instrumentos evaluadores empleados.
Resultados: serie constituida por 28 pacientes, predominaron el sexo
masculino, y el accidente automovilístico como mecanismo causal; la localización
más frecuente fue en el segmento T11-L2 para las fracturas tipo A3 y A4
según AO; las variaciones de deformidad cifótica y altura del cuerpo
vertebral fueron muy semejantes a los dos años entre pacientes con fusión
y sin ella. El índice de Oswestry y la Escala Visual Analógica del
dolor mostraron significativa mejoría.
Conclusiones: los resultados radiográficos y funcionales fueron
similares en pacientes con fusión y sin ella. La fusión posterior
no necesita ser un procedimiento de rutina en fracturas por estallamiento de
columna toracolumbar.
Palabras clave: fractura por estallamiento; columna toracolumbar, fusión.
ABSTRACT
Introduction:
vertebral fractures are serious health problem; the thoracolumbar zone
is the most frequent location. Surgical treatment in explant fractures seems
to be the one with the best results but presents the dilemma of whether all
patients should be fusion.
Objective: show the results obtained at two years with the surgical
treatment of thoracolumbar spine fractures in Orthopedics and Neurosurgery services
at Calixto García Hospital from January 2011 to July 2013.
Method: prospective descriptive study was carried out in patients with
diagnosis of surgically treated thoracolumbar fractures, associated to fixation,
fusion. The variables studied were age, sex, causal mechanism, location, type
of fracture, kyphotic deformity and vertebral body height. The Oswestry Index
and Visual Analog Pain Scale, measured before and two years after the intervention,
were the evaluation instruments used.
Results: twenty-eight patients formed this series, the male sex predominated,
and automobile accident was a causal mechanism. The most frequent location was
segment T 11- L 2 for fractures type A 3 and A 4 according to AO. The variations
of kyphotic deformity and height of the vertebral body were very similar after
two years in patients with and without fusion. Oswestry Index and Visual Analog
Pain Scale showed significant improvement.
Conclusions: radiographic and functional results were similar in patients
with and without fusion. Post fusion does not need to be a routine procedure
in thoracolumbar collapse fractures.
Keywords: bursting fracture; thoracolumbar spine fusion.
RÉSUMÉ
Introduction:
les fractures vertébrales, étant plus fréquemment localisées
dans la région thoracolombaire, constituent un sérieux problème
de santé. Le traitement chirurgical des fractures-éclatement semble
être le meilleur étant donnés ses résultats, mais il pose
un question -est-ce que tous les patients doivent subir une fusion?
Objectif:
l'objectif de cette étude est de montrer les résultats obtenus deux
ans après le traitement chirurgical des fractures-éclatement thoracolombaires
aux services d'orthopédie et de neurochirurgie, à l'hôpital "Calixto
García" entre janvier 2011 et juillet 2013.
Méthode:
une étude descriptive et prospective des patients diagnostiqués et
traités chirurgicalement pour des fractures-éclatement thoracolombaires,
associant la fixation et la fusion dans certains cas, a été effectuée.
Des variables telles que l'âge, le sexe, les causes, la localisation, le
type de fracture, la déformation cyphotique, et la taille du corps vertébral
ont été aussi étudiées. L'indice d'Oswestry et l'échelle
visuelle analogique de la douleur ont été les outils d'évaluation
utilisés auparavant et deux ans après l'opération.
Résultats:
dans une série de 28 patients, ce sont les hommes le plus souvent touchés,
tandis que l'accident de voiture a été la cause la plus fréquemment
trouvée ; les fractures type A3 et A4, selon AO, se sont souvent localisées
au niveau du segment T11-L2 ; les variations de la déformation cyphotique
et la taille du corps vertébral ont été très similaires
au bout de deux ans chez les patients ayant subi ou pas une fusion. L'indice
d'Oswestry et l'échelle visuelle analogique de la douleur ont montré
une amélioration significative.
Conclusions:
les résultats radiologiques et fonctionnels ont été similaires
chez les patients ayant subi ou pas une fusion. La fusion postérieure n'est
pas nécessairement un procédé habituel dans les fractures-éclatement
du rachis thoracolombaire.
Mots-clés: fracture-éclatement; rachis thoracolombaire; fusion.
INTRODUCCIÓN
Las fracturas de la unión toracolumbar constituyen un fenómeno común en la vida moderna, que se presenta en más del 20 % de todos los traumatismos de las regiones torácica y lumbar.1,2 En EE.UU. sufren lesión en la columna 160 000 pacientes/año, las que ocurren con frecuencia mayor en hombres entre los 20 y los 45 años de vida, y en relación 3:1 con las mujeres.1
La clasificación de las fracturas toracolumbares ha evolucionado durante los últimos 40 años. En 1949, Nicoll describió estas fracturas sobre la base de patrones de estabilidad según la indemnidad o rotura de los ligamentos que unen a vértebras contiguas.3 Holdsworth, en 1963, modificó y amplió la clasificación de Nicoll, y esta modificación constituye el pilar de todas las clasificaciones posteriores. Holdsworth las clasificó en 5 grupos según el mecanismo de lesión, sugirió entonces dividir el raquis en 2 columnas, una columna anterior compuesta por el cuerpo vertebral, el disco intervertebral y los ligamentos adyacentes; y una columna posterior, compuesta por los pedículos, el arco neural, las apófisis articulares con sus cápsulas y los ligamentos asociados.4
En 1983, Denis5 desarrolló el concepto de las tres columnas; luego de analizar una serie de más de 400 tomografías computarizadas (TAC) de lesiones toracolumbares sostuvo que había una columna anterior compuesta por la mitad anterior del cuerpo, el disco y el ligamento vertebral común anterior; una columna media formada por la mitad posterior del cuerpo, el disco y el ligamento vertebral común posterior; y una columna posterior igual que la descrita por Holdsworth.4 Al reconocer los problemas del sistema propuesto por Denis, McAfee determinó el mecanismo de lesión del complejo osteoligamentoso y desarrolló un nuevo sistema de clasificación basado en estos mecanismos. Este sistema fue propuesto previo a la introducción de la instrumentación con tornillos pediculares y barras, cuando los sistemas en gancho eran los más usados, estableciendo si las lesiones debían ser fijadas en distracción o compresión.6
La clasificación de Magerl (1994) es confiable y reproducible; este autor y sus colaboradores revisaron las radiografías y las TAC de 1 445 lesiones toracolumbares consecutivas en cinco centros de trauma.7
Luego de la introducción de los sistemas con tornillos pediculares y barras, se popularizó la estabilización por vía posterior de las fracturas toracolumbares por estallido; esta se realizaba fijando tan solo un nivel por arriba y por debajo de la lesión. Algunos trabajos publicados posteriormente mostraron altos índices de fracaso con este tipo de estabilización simplificada, lo que motivó a McCormack a crear una nueva clasificación orientada a predecir en qué casos esta configuración podría fallar, dado el alto grado de conminución posible. Asignaron, entonces, diversos valores a la conminución vertebral, la aposición de los fragmentos y la cifosis, y concluyeron en que las lesiones con siete o más puntos serían mucho mejor tratadas si se realizaba también la reconstrucción por vía anterior.8
A partir de la controversia existente en relación con la clasificación y el manejo de las fracturas toracolumbares, Vaccaro y otros, desarrollaron en el año 2005 un nuevo sistema de clasificación y valoración de la severidad de estas lesiones, "The Thoracolumbar Injury and Severity Score" (TLISS), basado en tres variables mayores que son: 1) mecanismo de producción según radiografias, 2) indemnidad del complejo ligamentario posterior y 3) estado neurológico del paciente; se propuso un algoritmo terapéutico en cada caso particular.9
Finalmente, el grupo AOSpine, buscando unificar criterios entre europeos y americanos, ha establecido un nuevo sistema de clasificación, que incluye los daños morfológicos consecutivos al trauma y las posibles lesiones neurológicas.10
Una sustancial parte de la literatura referente a fracturas espinales está focalizada específicamente en las lesiones por estallido ( Burst fracture), pero existen opiniones contrastadas acerca del manejo ideal de los pacientes que las sufren, fundamentalmente cuando no existe lesión neurológica; por lo que se han recomendado tanto abordajes conservadores como quirúrgicos.11-20
El manejo operatorio se ha propuesto por ofrecer inmediata estabilidad del segmento, corregir la deformidad, permitir la deambulación temprana al paciente y requerir poco o ningún soporte externo adicional; los que preconizan el manejo no operatorio, lo justifican aduciendo que al evitar la intervención quirúrgica se evitan los riesgos inherentes a esta y se disminuye la morbilidad.18-21 De manera general, cuando las fracturas por estallamiento toracolumbares se manejan de forma conservadora, el paciente queda con una gran cifosis residual, que por lo general, no se correlaciona con la sintomatología en el seguimiento.18-20
Los resultados clínicos reportados con el manejo quirúrgico mediante reducción de la deformidad y fijación de un segmento corto con empleo de tornillos transpediculares son buenos; tanto cuando a la fijación se le asocia fusión (posterior o posterolateral), como cuando la fijación se realiza sin procedimiento de fusión alguno.19-24
Constituye, actualmente, un importante motivo de investigación científica, determinar si existe necesidad de realizar algún tipo de fusión en el segmento vertebral fracturado, cuando se realiza tratamiento quirúrgico con fijación en las fracturas por estallamiento de la región toracolumbar.
Por ello, teniendo como hipótesis que en las fracturas vertebrales toracolumbares por estallamiento, cuando se realiza tratamiento quirúrgico, no se necesitan procedimientos de fusión, hemos desarrollado esta investigación la cual tiene como objetivo mostrar y comparar nuestros resultados a los dos años en el tratamiento quirúrgico de este tipo de fracturas, cuando en algunas, se asoció a la fijación algún procedimiento de fusión, y en otros casos no se hizo.
MÉTODO
Se realizó un estudio descriptivo prospectivo en pacientes con diagnóstico de fractura por estallamiento de columna toracolumbar tratados quirúrgicamente mediante fijación pedicular; en algunos casos se asoció algún procedimiento de fusión en el segmento afectado, y en otros no.
Los criterios tomados en cuenta para decidir el tratamiento quirúrgico fueron:
- Lesión del complejo ligamentario posterior.
- Pérdida de la capacidad de carga anterior.
- Existencia de lesión neurológica.
Para valorar los resultados se emplearon el Índice de discapacidad de Oswestry y la Escala visual analógica del dolor, aplicados en ambos casos, antes de la intervención quirúrgica y dos años después de esta. De manera similar, se registraron otras variables: edad, sexo, mecanismo causal, localización, tipo de fractura, deformidad cifótica y altura del cuerpo vertebral.
La muestra quedó constituida por 28 pacientes que cumplieron los criterios de inclusión y exclusión empleados. Se obtuvo el consentimiento informado de los pacientes por escrito para participar en esta investigación.
En la clasificación de las fracturas se utilizaron criterios de muy reciente aparición del grupo AOSpine, considerados los más completos en el tema de clasificación de fracturas toracolumbares.25
Fueron realizadas radiografías en posición supina, en proyecciones anteroposterior y lateral, en los periodos preoperatorio, posoperatorio inmediato y a los dos años de la intervención quirúrgica. La altura del cuerpo vertebral fue medida en iguales ocasiones, tanto en el tercio anterior como en el tercio medio y el posterior para establecer comparaciones. Asimismo, usando el método de Cobb26 se efectuó la medición del ángulo cifótico entre los platillos terminales por encima y por debajo del nivel lesionado. Todo ello, siguiendo la metodología empleada por otros autores.20
Se elaboró una planilla para el registro de la información, las variables a evaluar y los datos de los pacientes. Se confeccionó un modelo para aplicar el instrumento de evaluación Índice de discapacidad de Oswestry preoperatorio y a los dos años del posoperatorio, con los datos generales del paciente para la comparación final. Se confeccionó otro modelo a semejanza del recogido en la literatura para aplicar la Escala visual analógica de dolor preoperatorio y dos años de la operación, con los datos generales del paciente para la comparación final donde se marcó lo indicado por cada paciente.
RESULTADOS
Conforme el objetivo declarado, fueron reclutados de manera secuencial probabilística 28 pacientes, la mayoría de los cuales (64,3 %) correspondieron al sexo masculino; aunque ambos sexos mostraron tendencia a una edad media muy cercana (Masc. =41 años y Fem. =38 años), con el mayor número de casos ubicados en el sexo masculino en el grupo de edades 40-49 (tabla 1).
En relación con el mecanismo causal del trauma, existió un claro predominio de los accidentes automovilísticos (n=15), seguido por las caídas de altura (n=8), con incidencia menor de los traumas directos y las caídas simples.
Las características anatómicas del segmento toracolumbar, T11-L2, donde se produce transición de la rigidez cifótica torácica a la movilidad lordótica lumbar, la menor estabilidad que proporcionan las costillas 11 y 12, así como el cambio de orientación de las carillas articulares facetarias (en el segmento torácico están orientadas en el plano frontal, y en el lumbar lo hacen sagitalmente), se aducen como factores favorecedores de la alta incidencia de fracturas en dicha región.
En nuestro trabajo esto pudo apreciarse, pues se encontraron 19 fracturas, el 67,86 % del total, en el nivel T11-L2 y solo 5 comprendidas entre T1-T10 y 4 entre L3-L5.
Las fracturas por estallamiento, según la clasificación AOSpine empleada, se consideran lesiones tipo A, donde los subtipos A3 y A4 constituyen los de mayor severidad y, por lo tanto, de complejidad en su manejo terapéutico.
Al relacionar los subtipos encontrados con el procedimiento realizado se apreció predominio de lesiones subtipo A3 y A4; se realizó fusión en un número muy semejante de pacientes (n=7) respecto a los que no se les realizó (n=6) en el subtipo A3, y n=6 y n=5 respectivamente en el subtipo A4. Esto puede apreciarse en la tabla 2.
Mediante estudios radiográficos (Fig. 1), como fue descrito en el diseño metodológico, se realizó la medición de la deformidad cifótica y de la altura del cuerpo vertebral en los tres tercios del cuerpo vertebral, los resultados obtenidos tanto con el procedimiento quirúrgico, como en el seguimiento de dos años, fueron semejantes, con un valor de p no significativo. Lo anterior es visible de forma simplificada en la tabla 3.
El éxito en el tratamiento de cualquier lesión vertebral radica, además de preservar la dinámica y la función protectora de la columna, en restaurar la capacidad funcional y el estado libre de dolor de cada paciente (Fig. 2). La opción quirúrgica es decisiva cuando el tratamiento conservador es incapaz de producir esos resultados satisfactorios.20,27 El papel de las instrumentaciones espinales es lograr la reducción de la fractura, mantener dicha reducción mediante una fijación rígida y obtener la unión ósea o la fusión.20
Nuestros evaluadores del resultado funcional y del dolor, mostrados en la tabla 4, reflejan variaciones muy semejantes en ambos grupos (fusión y sin fusión), inclusive cambios importantes de igual nivel entre lo encontrado en el preoperatorio y lo manifestado dos años después por nuestros pacientes.
DISCUSIÓN
Las fracturas toracolumbares por estallamiento han experimentado un cambio en su tratamiento, sin embargo tanto los manejos conservadores como los quirúrgicos aún constituyen un dilema no solucionado.19 El éxito de cualquier tratamiento es conseguir la rápida movilización del paciente, con adecuado balance espinal y una columna estable con la máxima movilidad posible y recuperación óptima de la función neurológica.19,20
Cada vez son más los estudios con alto nivel de evidencia que cuestionan la necesidad de adicionar procedimientos de fusión cuando se realiza tratamiento con instrumentación pedicular de segmentos cortos en las fracturas por estallamiento de región toracolumbar.27-31
El trabajo de Tezeren y otros, con nivel 2 de evidencia, incluso demostró que el empleo de procedimientos de fusión no varió los resultados clínicos y radiográficos cuando se realiza instrumentaciones de segmentos largos.32
Los tiempos anestésicos y quirúrgicos deben disminuir cuando no se realizan fusiones, y al no necesitarse injertos óseos, igualmente deben decrecer los riesgos de infecciones.27-32
Los resultados radiográficos y funcionales en nuestro trabajo fueron similares en pacientes con fusión y sin ella. Asimismo, la fusión posterior no necesita ser un procedimiento de rutina en fracturas por estallamiento de columna toracolumbar.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses en la realización del estudio.
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Recibido: 15 de
noviembre de 2015.
Aprobado:
26 de mayo de 2016.
Horacio Tabares Neyra. Servicio de Cirugía. Centro de Investigaciones en Longevidad, Envejecimiento y Salud. Calle 27 y G, Vedado. La Habana, Cuba. Correo electrónico: milahola@infomed.sld.cu
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